Del cúmulo de palabras que los enguerinos han utilizado a lo largo de los siglos permanecen, aunque no siempre activas, algunas que tienen una gran antigüedad. En su conjunto, ellas nos colocan en la pista de los orígenes, de las raíces de esta forma nuestra de hablar y de expresarnos, de nombrar las cosas y los sitios, las tareas y todo aquello que los humanos hemos aprendido a identificar con un nombre concreto. Decimos que algunas ya no permanecen activas, al menos en el hablar corriente de quienes hoy vivimos. Pero forman parte del bagaje que los enguerinos hemos recibido de nuestros antepasados y, como tales, suelen usarse y oírse en conversaciones particulares. Y también en los sainetes y demás formas escritas en las que se usa la Parla Enguerina como, por fortuna, aún podemos escuchar en boca de algunos buenos intérpretes.
En capítulos anteriores ya hemos apuntado algunas de estas palabras. Hoy insistiremos en este aspecto: su antigüedad. Al reproducirlas aquí cumplimos un doble objetivo. De un lado, al fijarlas por escrito, conseguimos que no se pierdan en el olvido. Y, además, por medio de su lectura hacemos posible que cada palabra, y también cada expresión en la que se encuentra utilizada, nos lleve al recuerdo del uso que de ella hicieron nuestros mayores. Es decir, nos haga comprender mejor no solo la historia de esa palabra, sino también a la historia de los enguerinos que la usaron. Es decir, nos acerque algo más a la historia de nuestro pueblo. A nuestra propia historia.
Matías Aparicio