Al profundizar en el conocimiento del conjunto que forman las palabras, los dichos, las expresiones y demás elementos que componen lo que llamamos Parla Enguerina, el lector curioso puede constatar un hecho que se repite entre nosotros con frecuencia. Se trata de la facilidad que los enguerinos tuvieron a lo largo de los siglos para crear palabras y expresiones con las que designar las nuevas realidades ante las que se encontraban. Por una parte se apropiaron de todos los términos castellanos, aragoneses y catalano-valencianos que les venían bien, que les servían para comunicarse. Además, conservaron del latín y del árabe numerosas palabras que hoy repetimos en nuestro hablar diario.
Grupo de “luises” con su consiliario.
Casi todos son reconocibles; ¿una pista? Vale: el que está sentado a la
derecha del Consiliario es Santiaguín Marín; también están los gemelos Perales…
Sin embargo lo que más nos sorprende es la capacidad que mostraron nuestros paisanos –y que aún hoy demuestran-, no solo para trasformar palabras que eran propias de otros lenguajes, como el catalán valenciano, el castellano u otros más lejanos (¿de donde vendrá polisero?), sino también para inventar palabras y expresiones nuevas que solamente aquí se escuchan. Bueno, conviene matizar. Se dicen y escuchan aquí en nuestro pueblo, pero también allá donde se encuentre uno de los muchos cientos de enguerinos dispersos por el mundo.
Esta capacidad inventiva se experimenta en cuanto uno cualquiera, tras pasar el límite que marcan la Oliveta, el Lavadero y la Cruz de Piedra, circunda la rotonda del ¿Ande vas si aquí hay de too? No precisará alejarse mucho. Más bien antes que después tropezará con uno o varios paisanos y juntos tendrán oportunidad de iniciar una conversación. ¿Qué digo? Tendrán oportunidad de “plantar un canet” o de iniciar una “llorenza” en la que aparecerán los cueles, romances y novicherías que circulan por Engra. Asina semos.
En esta ocasión hablaremos solamente de palabras que, procedentes de otras lenguas, han sido adoptadas y utilizadas con otro significado (por ejemplo, sostre) o tal vez con el mismo contenido, pero trasformando la forma y estructura de esa palabra. Son cientos los ejemplos que tenemos, pero sólo traemos algunos.
Nótense los bolos con que estaban hechas las cunetas de las calles